La evidencia científica tiene un lado oscuro: la posverdad en el sector sanitario. Este término, que la RAE define como la “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales”, ha cobrado una gran relevancia en los últimos años debido al aumento de ciudadanos que acuden a Google o a las redes sociales a buscar información sobre salud. Hoy en día, supone un 60% de la población. En estas búsquedas encuentran datos objetivos arrojados por la evidencia científica. Pero también se exponen a ser pasto de información manipulada que se asienta en la mente generando falsas creencias. Y es que, la digitalización ha amplificado el poder de estas mentiras.
De hecho, a menudo, esta información manipulada cuenta con un potente aparato mediático y propagandístico que la respalda. Y sus emisores harán todo lo posible por hacer que esas falsedades parezcan explicar la realidad. Se apoyan, para ello, en el refuerzo emocional. Es decir, si encajan con un discurso que despierte fuertes emociones porque nos represente, es válido sea cierto o no. Con lo cual, a diferencia de las mentiras, la posverdad en el sector sanitario está avalada por un fuerte aparato
Precisamente el sector de la salud es extremadamente sensible ante esta distorsión deliberada de la realidad. Los datos falsos pueden generar graves consecuencias en la salud. ¿Cómo evitar que esto ocurra o revertir el efecto de la posverdad? Sobre esta cuestión se ha debatido en “La posverdad en el sector sanitario”, el primer encuentro de #IDIálogoS organizado por la Fundación IDIS.
La posverdad en el sector sanitario: ¿Funciona el refuerzo emocional?
¿Qué tiene más peso: el dato objetivo arrojado por la evidencia científica o el prejuicio arraigado? Esta ha sido una de las primeras preguntas planteadas por el moderador de la mesa. El doctor Fernando Mugarza, director de Desarrollo Corporativo y Comunicación de IDIS. A juicio de los protagonistas del debate, no basta con potenciar la generación de datos objetivos, contrastables, rigurosos y fiables, la transparencia y el análisis exhaustivo de la realidad en todo su contexto. Falta una estrategia que permita generar confianza y en la que uno de los elementos principales sea el refuerzo emocional. “Sólo con datos no vamos a ningún sitio”, explica Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP). “La información ayuda a tomar decisiones, pero lo que marcan son las emociones. Lo emocional nos muestra a cada uno “nuestra verdad””, asegura March
Pero también se ha reflexionado sobre el poder del conocimiento en el cambio de comportamientos. ¿Conocer datos objetivos y resultados respaldados por la evidencia científica implica un cambio de comportamiento? Según Miguel Ángel Máñez, no. Este experto del Servicio Madrileño de Salud argumenta: “Está demostrado que el conocimiento de los datos objetivos no implica cambio de comportamiento, pues hay muchos oncólogos que fuman”.