La gran mayoría de diagnósticos de Esclerosis Múltiple se producen en mujeres en edad reproductiva: de los 20 a los 40 años. Por ello, algunas de las cuestiones más frecuentes realizadas en consulta están relacionadas con el embarazo en Esclerosis Múltiple. ¿Cómo afectará la enfermedad al desarrollo del embarazo? ¿Es posible que tenga que suspender el tratamiento exponiéndome a posible recaídas? ¿Cuáles son los riesgos para el feto y para la lactancia materna?

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El embarazo en Esclerosis Múltiple: los nuevos tratamientos

La realidad es que el embarazo puede ser un factor protector para algunas mujeres con EM. No obstante, no necesariamente exime de actividad subclínica. Algunas pacientes de riesgo (aquellas con mayor grado de actividad previa) no están exentas de padecer una recaída durante el embarazo. Además, en la etapa de postparto la probabilidad de tener un brote se incrementa considerablemente. Por lo tanto, retirar el tratamiento a estas pacientes en el momento que desea quedarse embarazada supone un riesgo. Así lo ha afirmado la Dra. Virginia Meca, coordinadora de la Unidad de Esclerosis Múltiple del Hospital Universitario de La Princesa (Madrid). Esta especialista ha participado en el Foro EMotion, un encuentro organizado Merck.

Los últimos avances para tratar la Esclerosis Múltiple han modificado de forma radical el manejo de las pacientes. “Actualmente se dispone de evidencia suficiente para poder usar determinados fármacos en el embarazo y la lactancia, algo que supone todo un avance para las pacientes, disminuyendo el riesgo de brotes y discapacidad y con un perfil de seguridad elevado para el feto y neonato”, explica la Dra. Meca.

“Los nuevos tratamientos y técnicas diagnósticas que nos permitirán adelantarnos a la enfermedad son la mejor prueba de que estamos trabajando en la dirección adecuada para normalizar la vida de los pacientes y reducir la huella de la enfermedad en su día a día”, ha afirmado la doctora Isabel Sánchez Magro, directora Médico de Merck.

El estudio de los neurofilamentos

Durante el Foro EMotion 2020 se trató el estudio de los neurofilamentos (proteínas estructurales esenciales en las células del sistema nervioso o neuronas). Estas proteínas están planteando muchas ventajas en el terreno de las enfermedades neurodegenerativas. Todavía no se está utilizando en la asistencia clínica, pero se prevé que ayudaría a identificar cuestiones relevantes en EM. Es el caso de: los brotes subclínicos (cuando existe una lesión neurológica que no se ha expresado a través de un síntoma), la respuesta terapéutica a un tratamiento y la progresión de la neurodegeneración.

“Cuando se destruye la neurona, los neurofilamentos se descomponen en fracciones (cadenas pesadas y ligeras) que son detectables en el líquido cefalorraquídeo, desde donde salen en muy pequeñas cantidades también a la sangre”, ha explicado el doctor Alfredo Rodríguez-Antigüedad, jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Cruces (Bizkaia). “El incremento de los niveles de cadenas ligeras de neurofilamentos en el líquido cefalorraquídeo y en la sangre se relaciona, por tanto, con la destrucción axonal; es decir, con la neurodegeneración, un proceso crónico e irreversible dada la prácticamente nula capacidad de las neuronas para regenerarse”. Detectar esta neurodegeneración de forma precoz resulta imprescindible, ya que se trata de la principal causa de discapacidad física y cognitiva asociada a la esclerosis múltiple”.

El doctor Rodríguez-Antigüedad ha señalado que “recientemente se ha desarrollado una técnica ultrasensible y cuantitativa que ha abierto la posibilidad de monitorizar el daño de los axones y sus correspondientes neuronas mediante un sencillo análisis de sangre”. Esto plantea una gran ventaja: mientras que la obtención de muestras de líquido cefalorraquídeo para el estudio de los neurofilamentos no puede realizarse de manera continua debido a los riesgos e incomodidades que conlleva, sí se pueden realizar determinaciones en sangre sistemáticamente. Por otro lado, supone una diferencia considerable respecto a la resonancia magnética, la técnica diagnóstica utilizada actualmente y cuyo valor para monitorizar el componente neurodegenerativo de la enfermedad es más limitado, además de que no suele realizarse en la práctica clínica de manera frecuente.

 

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