En una época en la que la se habla tanto de humanización en sanidad, nos viene a la mente una anécdota. Una vez, alguien le preguntó al doctor Gregorio Marañón cuál era el instrumento más importante con el que cuenta el médico. Quizá la persona que planteó esta cuestión esperaba que esta gran figura de la ciencia se refiera a alguna innovación que hubiera surgido en el ámbito de la Medicina durante aquella época. Sin embargo, este respondió: la silla. “La silla permite al médico sentarse al lado del paciente para observarle, escucharle, palparle y diagnosticarle”, explicó.
A esta anécdota se ha recurrido en innumerables ocasiones para invitar a reflexionar sobre la humanización de la asistencia. Ha ocurrido especialmente en este mundo conectado en el que vivimos, en el que ha surgido un inevitable debate entre quienes consideraban que la tecnología estaba provocando un desequilibrio hacia una atención sanitaria deshumanizada donde el médico escucha más a las máquinas que al paciente, y quienes sostienen que lo único que ha cambiado la tecnología es el lugar se esa “silla”, pues esta ya no tiene por qué estar donde se encuentra el médico.
De ahí que algunos profesionales sostengan que el instrumento más importante del médico hoy en día “es la palabra de las personas”. Así lo ha afirmado el doctor Gabriel Inclán Iríbar, jefe del Servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Cruces de Bilbao.
¿Por qué la palabra es el instrumento más importante del médico?
En una entrevista en Redcast, el programa de podcast de salud cardiovascular de la plataforma Red 3.0 (Amgen Cardiovascular), el doctor Inclán justifica su respuesta a la misma pregunta que le fue formulada en su día al doctor Marañón. “Pese a los enormes adelantos tecnológicos del siglo XXI, los médicos necesitamos la palabra de las personas. Seguimos sin poder hacer una historia clínica sin saber qué es lo que le pasa al paciente, qué es lo que le duele o por qué le duele”, explica.
Por otra parte, esta palabra es clave en el empoderamiento del paciente. “El paciente tiene derecho a decidir, a tomar decisiones. Y el médico le puede conducir a que tome una decisión acertada, con absoluta libertad, si le ayuda a adquirir conocimientos rigurosos y si le escucha cuando le formule sus problemas. La palabra es básica para compartir”.
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